domingo, 2 de agosto de 2015

La hermosa Colonia Agrícola de Turén

Entre los muchos rincones hermosos que tiene nuestro país he tenido el privilegio de poder conocer y disfrutar de la vida del campo, la agricultura, de la gente sencilla y generosa de la Colonia Agrícola de Turén



A 7 km de Villa Bruzual o Turén, en el municipio que lleva el mismo nombre, la Colonia Agrícola cobija con alegría y trabajo la familia inmigrante de postguerra, que aquí encontró una bandera de surcos.

Mayo de 2015, mi destino: El estado Portuguesa, concretamente la Parroquia San Isidro Labrador, donde es párroco un buen sacerdote, amigo de la juventud, coterráneo y compañero de aquellos años de seminario, el Padre Rafael Lárez, quien abrió las puertas de la casa parroquial como hospedaje para mi y poder compartir la vida parroquial de La Colonia. La hermosa iglesia, de arquitectura sajona, fue inaugurada en 1953.  Techo de madera y teja, ventanales de hierro y vitrales dan frente a un hermoso jardín exterior que llamó mi atención aquella tarde cuando por primera vez llegué a La Colonia.

La Colonia  Agrícola de Turén, es un lugar reposado y tranquilo, sin el estrés abrumador de las grandes ciudades. Es uno de esos destinos ideales para la conversación, disponerse a la calma y caminar y ejercitarse. Esta es quizás la mínima expresión del beneficio obtenido por una visita. Otorga una densa selva  que desembocaba en el río Portuguesa, deforestada para dar paso al Plan Arrocero iniciado en 1948, la transformación del paisaje estalló en febrero de 1953, durante el gobierno del Presidente Marcos Pérez Jiménez, cuando decidió establecer en este lugar un moderno centro de explotación agrícola planificado y desarrollado por el Instituto Agrario Nacional.

Más de 60 años después de su fundación, la productividad en el campo, el urbanismo, las edificaciones, los apellidos y las facciones perduran en los descendientes de los primeros colonos. En el compartir que tuve con sus pobladores, de quienes aprendí un poco sobre la siembra del maíz, el girasol y el arroz, se puede percibir la mezcla de culturas que hace único a este lugar: se come en venezolano, pero se piensa o añora en alemán, polaco, italiano, español y otras nacionalidades.

Como dato interesante y para tener una idea de la mezcla de culturas en este lugar me facilitaron una lista de apellidos de pobladores llegados de Europa y que se establecieron en La Colonia, algunos desde su fundación, otros posteriormente: Alemanes: Blechner, Blechinger, Blumhagen, Kornett, Martin, Mirwald, Pechner, Shumacher y Schwab. Españoles: Arjona, Bernabé, Garrido, Hwener, Sanz, y San Blas. Italianos: Alibardi, Barbiero, Bigotto, Cecarello, Dell'Onto, Dell'Orco, Donello, La Porta, Gasperini, Licardi, Mogno, Nardini, Nelo, Petrucci, Randa, Ruffato, Zenere. Norteamericanos: Brock. Yugoeslavos: Jansec. Polacos: Frankowski, Knobelsdorf. Rusos: Kulis.

Toda una bendición los jóvenes del Grupo Juenil Misioneros Esanil quienes fueron los mejores anfitriones. Con ellos he compartido momentos dedicados al Señor preparando los cantos de la Eucaristía dominical, actividades parroquiales y también tardes de recreación disfrutando de alguna película o paseo... Jóvenes generosos, humildes, de fe, con valores y principios. Detalle que noté: Gran amor por Jesús en la Eucaristía tienen los fieles de La Colonia, desde el más chico hasta los más adultos no dejan de hacer la visita al Santísimo Sacramento. Ver a los jóvenes llegar a la iglesia y que al primero en saludar es al Señor en el Sagrario llena de muchísima esperanza.


Aunque la situación de inseguridad en nuestro país es generalizada, y en ocasiones La Colonia no ha escapado a este mal, aun se pueden ver muchas casas sin cercas, de grandes jardines y patios, rodeadas de árboles frondosos sombreando el área residencial, todas con grama cuidadosamente conservada hasta el pavimento. Esto le da a la Colonia un aire especial, sumado al algo más llamativo aún: pobladores que conservan sus distintivos rostros extranjeros.




Turén desde las alturas...

Las extensas plantaciones de maíz, sorgo y girasol hacen que se apliquen efectivos métodos para la conservación de las mismas, una de ellas es la fumigación aérea, por ello La Colonia cuenta con aeropuerto donde operan algunas empresas dedicadas a la fumigación. Durante el día se oyen los motores de los aviones sobrevolando las plantaciones.





Por las tardes, cuando desciende el sol, el rumor de otro tipo de aeronave, los ultralivianos o ultraligeros, se une a los de fumigación, despertando en quienes estamos de visita una gran curiosidad y entusiasmo de vivir la experiencia de volar... Y así lo hice gracias a la gente de "Konukito" quienes dentro de sus plantaciones cuentan con hangares, ultralivianos y pista propia. Una gran experiencia de la que se obtiene una maravillosa vista del hermoso lugar y que comparto con mis lectores a través del video que pude hacer del sobrevuelo.


 
 

Sin duda alguna un lugar privilegiado, entre la vitalidad de la naturaleza y sus pobladores. Pronto estaré de regreso...

Autor y Fotografías: Javier Lugo
Julio 2015

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